"Si la perversidad de los hombres te induce al extremo de querer vengarte de ella, teme más que nada a este sentimiento. Aplícate a ti mismo el castigo como si fueras culpable de su crimen. Tu corazón se apaciguará y comprenderás que también eres culpable. Pues podrías haber iluminado a los perversos en tu calidad de justo, y no lo hiciste"
(Fedor Dostoievski).
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