No se si esto será bueno.
No se si esto fue bueno.
No se.
No se.
No se.
Temo mentir solo para complacer.
¿En realidad quiero?
¿En realidad (te) deseo?
No.
Si en cada caricia pienso en otra persona
y me siento culpable, y responsable por tu futuro y el mío.
Culpable.
Sí, eso soy,
de los crímenes que estoy a punto de cometer,
y de los que cometí tantas veces anoche.
No, no.
Eso lo dirás tú (si, si, tu, otro tú, aquel de los ojos de niño)
...pero sé que poco te importará...
Me niego a cometer mas crímenes.
No quiero engañarme,
ni a tí,
ni a mí,
ni a ella...
sobre todo a ella y a tí,
porque ya me he engañado tantas veces que nisiquiera sé que quiero...
nisiquiera se quién soy;
sólo soy el intervalo de lo que otros desean y...
nada.
Absolutamente nada.
Un espacio en blanco,
o peor aún, una mancha en un espacio en blanco.
Y sí,
tú, tú, el de cabello color negro,
el del otoño permanente en los ojos...
sí tú, tenías tanta razón al decirme: que asco me das.

Porque sí, doy asco,
porque sé que aparento ser muchas personas,
pero en el fondo,
bien en el fondo,
estoy llena de mierda que la gente cree que es bella,
pero no.
Da asco.
Quién me conoce bien lo sabe.
Da asco.
Por eso tú,
aquel del otoño permanente en los ojos,
tomaste la sabia desición de irte antes de contaminarte.
Porque asco doy.
Mierda soy.
Y mierda seré.
Y mierda daré a todo aquel que se acerque.
(sálvese quien pueda, por favor. Sí, usted, señor lector, váyase, aléjese, ¡huya! Por favor... huye.)
No se si esto fue bueno.
No se.
No se.
No se.
Temo mentir solo para complacer.
¿En realidad quiero?
¿En realidad (te) deseo?
No.
Si en cada caricia pienso en otra persona
y me siento culpable, y responsable por tu futuro y el mío.
Culpable.
Sí, eso soy,
de los crímenes que estoy a punto de cometer,
y de los que cometí tantas veces anoche.
No, no.
Eso lo dirás tú (si, si, tu, otro tú, aquel de los ojos de niño)
...pero sé que poco te importará...
Me niego a cometer mas crímenes.
No quiero engañarme,
ni a tí,
ni a mí,
ni a ella...
sobre todo a ella y a tí,
porque ya me he engañado tantas veces que nisiquiera sé que quiero...
nisiquiera se quién soy;
sólo soy el intervalo de lo que otros desean y...
nada.
Absolutamente nada.
Un espacio en blanco,
o peor aún, una mancha en un espacio en blanco.
Y sí,
tú, tú, el de cabello color negro,
el del otoño permanente en los ojos...
sí tú, tenías tanta razón al decirme: que asco me das.

Porque sí, doy asco,
porque sé que aparento ser muchas personas,
pero en el fondo,
bien en el fondo,
estoy llena de mierda que la gente cree que es bella,
pero no.
Da asco.
Quién me conoce bien lo sabe.
Da asco.
Por eso tú,
aquel del otoño permanente en los ojos,
tomaste la sabia desición de irte antes de contaminarte.
Porque asco doy.
Mierda soy.
Y mierda seré.
Y mierda daré a todo aquel que se acerque.
(sálvese quien pueda, por favor. Sí, usted, señor lector, váyase, aléjese, ¡huya! Por favor... huye.)
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