Siempre pensé que caería eternamente en el juego sin sentido que tenemos, que no llegaría a ninguna parte, y sabía que de alguna manera debía salir de aquel lugar donde nos ocultamos para que no nos vean nuestras caras ni nuestras acciones. Sabía que de ningún modo tendré algo más de lo que ya tuve al principio, y que seguir intentando ilusamente es tan masoquista como recordar con un par de canciones lo que fuimos. Justo cuando comencé a creer que siempre estaría aquí, pseudo querida, pseudo odiada, pseudo nada más que la persona con la que te acuestas… apareciste tú. ¿Por qué siempre aparece alguien en el momento preciso para salvarme? Había comenzado a pensar que debía buscar a alguien, o quizás ver mejor entre las personas que si me quieren e intentarlo de todos modos, hasta que apareciste tú. No es la primera vez que aparece alguien de la nada, y congeniamos tan bien que incluso sentimos lo mismo, una especie de atracción casi absurda porque no nos conocemos, o que nos conocemos de inmediato solo por vernos. No es la primera vez que paso horas y horas conversando sin parar con alguien, y que nos alejamos del resto para conversar más, sin que sucedan esos típicos momentos de incomodidad o de ver la hora constantemente. No es la primera vez que me pasa que siento que hay algo maravilloso desde un principio, aunque por apresurarme todo se comienza a destruir casi al momento de construirse, así que esta vez tendré cuidado.
A veces pienso que tengo un ángel o algo parecido, o quizás es obra del destino, o quizás es porque yo misma atraje con todas mis fuerzas y moví todo lo que está a mi alrededor para que tú acudieras precisamente a ese lugar, para que yo también estuviera allí, para que no te hubieras ido con el resto, para que en un tiempo más estemos en el mismo lugar, para que nos volvamos a ver seguramente, para… no lo sé. A pesar de que te dije que la vida ya no me sorprende, si lo hizo al traerme a ti hacia mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario